1.8.08

Los tiros del Polisario

La costa de los disparos

El reciente aniversario del atentado del Cruz del Mar y la actividad de la
Asociación Canaria de Víctimas del Terrorismo para el reconocimiento de
los muertos, heridos y secuestrados en el marco del conflicto del
Sahara Occidental ha propiciado que salgan a flote varias historias.
Todas ellas merecen ser recordadas...
GREGORIO CABRERA - ARRECIFE

El hombre apoya sus ochenta y cinco años "bien llevados, pero con trabajo"
sobre una de las esquinas de la Plaza 18 de Julio, un nombre que ya
suena a tiros. Precisamente un disparo marcó hace casi treinta años la
biografía de este patrón de costa lanzaroteño. Su pueblo, Teguise, la
señorial villa que en tiempos fuera capital insular, también parece
construido a base de recuerdos.

Cerca de la casa familiar todavía tiene sus puertas abiertas el bar
Acatife, el viejo bochinche venido a más donde hijo y cuñado se
enteraron de la noticia a través de la radio. Decía el noticiero que un
marinero del Tela, Andrés Parrilla Curbelo, había sido alcanzado en una
pierna. Corría el 16 de agosto de 1978? La figura del Tela deja atrás
la bahía de Naos. Parrilla vira la proa hacia la costa sahariana. A sus
cincuenta y pico años es uno de los patrones de costa más
experimentados de la Isla. Un total de trece personas van a bordo de la
embarcación con una sola idea en la cabeza: regresar a puerto con la
mayor cantidad de corvina, tollo y todo lo que enmalle en la bodega.

Por fin alcanzan el banco. A lo lejos se distingue la Piedra Cagada, un
peñasco próximo al Cabo Cabiño que se destaca de los cantiles por los
excrementos de las gaviotas. El Gobierno de Marruecos ha declarado la
zona como región peligrosa por la presencia de guerrilleros saharauis
del Frente Polisario. La tripulación del grancanario Palomas había sido
apresada en este lugar el 20 de abril, mientras que otro pesquero, el
Pinzales, fue ametrallado en 1977 también por el Polisario en el mismo
sitio del mapa, según dejó constancia en sus crónicas para el diario El
País el periodista Sebastián Sarmiento.

"Nosotros no íbamos con miedo porque estábamos retirados tres millas de
tierra", recuerda Parrilla. Pero el conflicto pesquero no parecía ser
lo más relevante en aquel momento y en aquel convulso punto. En un
momento dado, Andrés Parrilla observó a un grupo de personas que se
movía por el litoral. "Aquello me engañó, porque pensé que había un
barco encallado y que eran españoles", explica. "Entonces piqué la proa
para tierra...". Pero no eran españoles. Ni pescadores.

Hacia la costa se dirigía el Tela cuando una ráfaga de ametralladora
rompió el silencio. Días más tarde, ya de regreso a Puerto Naos,
sacarían varios baldes cargados de balas del interior del barco. "Y
menos mal que no habíamos echado las artes, porque entonces sí que no
escapamos ninguno", precisa Parrilla. Precisamente él resultó ser el
único herido por culpa de un proyectil "de esos de estallío" que le
atravesó el muslo de la pierna izquierda. "Me entró por detrás",
concreta. Las crónicas de la época apuntan que incluso se produjo un
incendio a bordo que pudo ser sofocado rápidamente y que los balazos en
la línea de flotación dificultaron el regreso del Tela a la capital
lanzaroteña.

"Luego se metió un viento". Tal fue el temporal que la corveta Nautilus
tuvo que hacer soco para permitir la maniobra que traspasó al herido al
Playa de Mogán, que trasladó a Parrilla hasta Las Palmas de Gran
Canaria para ser atendido de sus heridas.
La pierna estaba destrozada.

Le acompañaban un médico y un practicante. "Era tanto el mal tiempazo
que tenía que agarrar al practicante para que no se cayera arriba de mí
cuando me pinchaba", rememora. Una vez en tierra fue intervenido en la
Clínica Santa Catalina en una operación que obligó a extraer partes del
muslo derecho para recomponer la extremidad vecina.

El maltrecho Parrilla no cobró "una perra" y pasó una temporada agarrado a una
pensión de 24.000 pesetas. "Al año me embarqué otra vez en el Puerto
Naos y nos dispararon otra vez.
No nos dieron porque estábamos lejos.

Después del Tela pegaron a meter tiros y a mandar barcos al fondo".

Tres meses después volaba por los aires el tristemente célebre Cruz del
Mar.

Antes un grupo de veinte buzos uniformados acribilló a tiros a la
tripulación. Murieron siete. Tres se salvaron milagrosamente. De todo
aquello se hicieron libros, incluso se compuso alguna canción.

Todavía hoy se escucha el eco de aquellos tiros en la costa de los disparos.

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