11.8.11

CRUCERO CANARIAS

CRUCERO CANARIAS

Dentro de la sección “Armadas” de este blog, queremos en esta ocasión dedicar nuestro artículo a un antiguo buque, insignia de la Armada Española durante casi 40 años del siglo XX. Toda una celebridad dentro de la historia de los buques de la Armada, cargado de vivencias y de combates, siempre guardó celosamente el olor a pólvora y a sal bajo sus muchas y gruesas capas de pintura gris naval. Es hoy el momento de recordar a este verdadero veterano de la mar, el infatigable crucero CANARIAS.



Basado en los diseños del afamado arquitecto naval y asesor del Almirantazgo británico Sir Philip Watts (1846-1926) y en el tipo “County” (o clase “Kent”) británica derivada en los cruceros tipo “Washington” o “10.000” (alusión a sus 10.000 toneladas), y pese a que el proyecto, al decir de algunos, parecía querer mostrar una tecnología y diseño algo anticuados para la época, su construcción fue adjudicada el 31 de julio de 1928 a la SECN-Sociedad Española de Construcción Naval, durante la Dictadura del general Miguel Primo de Rivera, quien presenció la puesta en grada de su quilla en los astilleros de El Ferrol (nº de construcción 12) el 15 de agosto de ese mismo año junto al crucero BALEARES, cuyo presupuesto total ascendía a cerca de 180 millones de pesetas de la época. Finalmente, tras más de dos años y medio de trabajo, el CANARIAS fue botado el 28 de mayo de 1931, durante un acto que contó con la presencia del recién nombrado Ministro de Marina republicano D. Santiago Casares Quiroga (1884-1950), cuya esposa, Dña. Gloria Pérez Corrales, fue la madrina de la ceremonia.

Tras el equipamiento correspondiente, pero aún sin completar su artillería, el CANARIAS zarpó desde la base naval de El Ferrol el 27 de septiembre de 1934 para realizar sus pruebas de mar, llevando a su bordo a una comisión evaluadora del Estado presidida por el vicealmirante y comandante general de dicho arsenal naval, D. Adolfo Suances Carpena. Tras estas pruebas, se iría terminando su equipamiento, aunque no entraría en servicio hasta septiembre de 1936.

Una vez en el agua, la estampa marinera del CANARIAS era realmente impresionante para su época, sobre todo si consideramos que, apenas medio siglo antes, España todavía contaba con algunos buques de guerra de construcción en madera. Catalogado por la Armada como “crucero pesado” de la clase “Canarias” (C-21), tenía una eslora total de 193,90 m., una manga de 19,51 m., un calado de 6,51 m. y 12,57 m. de puntal. El puente destacaba por su diseño moderno poco visto hasta ese momento, justo a proa de su gran chimenea  aunque en el proyecto original figuraban dos chimeneas, se construyó una doble; con el tiempo se volvería al primer diseño. ¬¬ Su desplazamiento a plena carga (13.283 toneladas) era propulsado por una potente planta motriz compuesta por 4 sets de turbinas Parsons dispuestas en dos grupos que, con sus 8 calderas Yarrow, entregaban una potencia de más de 90.000 cv a sus cuatro grandes hélices de tres palas cada una, capaces de impulsar al crucero hasta una velocidad máxima de 33 nudos. Su autonomía le permitía recorrer 1.235 millas a este régimen. A velocidad de 25 nudos era capaz de recorrer unas 4.000 millas, aunque su autonomía máxima era de 8.000 millas a una velocidad media de 15 nudos, y, además, podía almacenar hasta 2.800 toneladas de combustible lo que lo hacía aún más operativo en largas distancias. Fue preparado en origen para una dotación de 765 hombres aunque, en estado de combate, podía ascender a los 1.000 efectivos con la merma de las condiciones de habitabilidad que ello podía suponer; todo esto lo convertía en el buque más moderno y capaz de la Flota.

Disponía de una cintura acorazada de tipo medio cuyo espesor oscilaba entre los 50 mm. y los 110 mm. Otros puntos sensibles de su superestructura, como la cubierta sobre las zonas vitales del buque y las torres también disponían del oportuno blindaje. Esta protección vertical tenía un espesor máximo de 102 mm. en correspondencia con los pañoles de munición.

En julio de 1936, fecha del inicio de la Guerra Civil española, el CANARIAS estaba prácticamente terminado a falta solamente de completar su artillería. La región de Galicia, donde se hallaban los astilleros, quedó dentro de la zona denominada “nacional”, y este navío podía, según los republicanos, resultar muy peligroso en manos de los insurrectos; se intentó destruirlo mediante bombardeos pero fue inútil. La artillería principal del CANARIAS, aunque ya estaba montada, aún no había sido probada y la dirección de tiro estaba pendiente de ser instalada, así como la artillería secundaria. En este estado de cosas, tuvo que ser armado con gran celeridad, para lo cual le fueron colocadas alzas de baterías de costa de 152,4 mm. para la dirección de tiro y cuatro piezas de 101,6 mm que procedían del acorazado ESPAÑA (1). Tendría que pasar algún tiempo hasta que pudiese completar el resto de su armamento, esto es, bulges antitorpedos (2) por ambas bandas que, además de proteger el casco, ayudaban a mejorar su estabilidad lateral. Finalmente, una vez completado su sistema de defensa, su capacidad artillera quedó confiada a 8 cañones SECN de 203,2 mm. cada uno montados en cuatro torres dobles, 4 cañones Vickers de 120 mm. en cada una de sus bandas, 8 cañones de 40 mm., 4 cañones de 12,7 mm., además de 6 tubos lanzatorpedos de 533 mm. a cada banda y 8 lanzacargas de profundidad. En el proyecto original estaba prevista la instalación de dos catapultas para aviación, las cuales nunca fueron colocadas.

El 6 de septiembre de 1936 fue nombrado comandante del CANARIAS el capitán de navío don Francisco Bastarreche y Díez de Bulnes (ascendido al almirante en 1939), relevando así al capitán de navío D. Francisco Moreno Fernández, comandante de este crucero pesado desde el inicio de su construcción y que pasaría a ocupar nuevo cargo como Jefe de la flota “nacional”. Finalmente y de manera apresurada, durante la noche del domingo 27 de septiembre de 1936 el crucero CANARIAS zarpó y abandonó a toda máquina El Ferrol rumbo al Estrecho de Gibraltar pues las necesidades de la guerra apremiaban, hasta tal punto que el flamante capitán se vio obligado a improvisar una tripulación con lo poco que tenía a mano, esto es, oficiales desafectos a la República, marineros sin deudas con la Justicia y voluntarios de la Falange que tenían más voluntad que capacidad marinera. Con este panorama, el CANARIAS se hizo a la mar acompañado por el ALMIRANTE CERVERA (3) para comenzar su primera misión, la de proteger en aguas próximas al Estrecho los transportes de tropas que llegaban desde el norte de África para luchar del lado de los “nacionales”. Tras realizar una navegación a un régimen medio de 25 nudos durante 31 horas, nada más llegar a la zona de operaciones asignada, el CANARIAS entra en zafarrancho de combate al localizar durante la noche al ALMIRANTE FERRÁNDIZ (4), un destructor con bandera republicana que navegaba con las luces apagadas, al cual ataca y hunde al sur de Punta de Calaburras (Mijas, Málaga) tras inmovilizarlo en un primer momento con un disparo de una precisión casi imposible de ejecutar: una salva de cañón a casi 11 millas de distancia que impacta directamente en la zona de calderas. Una posterior andanada a unas 8,5 millas impacta de lleno en el destructor republicano dejándolo envuelto en llamas y sin haber tenido la posibilidad de realizar ni un solo disparo, hundiéndose con casi toda su tripulación, salvándose solamente en torno a una treintena de personas. En el ínterin, el ALMIRANTE CERVERA persigue y ataca al GRAVINA (5) también de bandera republicana, que afortunadamente logrará refugiarse en Casablanca tras haber recibido tres impactos del CERVERA pese a los más de 300 disparos ejecutados por este último. Esta escaramuza naval, de triste recuerdo y funestos resultados por el sacrificio de tantas vidas, como sucede en todas las acciones de guerra, pasaría a los anales de la Historia de la Guerra Civil española con el nombre de “Batalla de Cabo Espartel”.

Tras este combate, el CANARIAS se dirigirá a Ceuta donde recogerá a 1.400 hombres para llevarlos a Cádiz. Continúa con sus tareas de bloqueo en las que llega a apresar a varios buques soviéticos afectos a la República (CHEBOK y KARCOV entre otros) e incluso llega a hundir a alguno, como es el caso del mercante KOMSOVOL a mediados de diciembre de 1936. Esta acción originó que los soviéticos empezaran a reconsiderar la ayuda a los republicanos españoles.

En el último tercio del año 1936, el CANARIAS atacó diversas instalaciones que jalonaban las costas del Mediterráneo español. Como ejemplo podemos destacar el bombardeo de Rosas (Costa Brava, Gerona) el 30 de octubre, los depósitos de combustible de la Campsa en Almería provocando un gran incendio el 8 de noviembre, también bombardeó Barcelona el día 10; el día 12 apresó al vapor CIUDADELA y el día 17 bombardeó Palamós, llegando incluso a cañonear diversas instalaciones en Mallorca e Ibiza, en algunos de cuyos ataques perecieron lamentablemente un número indeterminado de civiles, siempre inocentes y siempre víctimas de todas las guerras.

Tras sus labores de hostigamiento por todo el litoral mediterráneo español, en marzo de 1937 pasó durante un corto espacio de tiempo a desarrollar labores ofensivas en el Cantábrico protagonizando algunas acciones de guerra frente al Cabo Machichaco (Bermeo, Vizcaya), regresando poco después al Mediterráneo. Durante todo el conflicto solo en una ocasión se vio el CANARIAS en serias dificultades. Fue a principios de marzo de 1938 a la altura de Cabo de Palos donde había llegado junto a su gemelo BALEARES (6) y el crucero ligero ALMIRANTE CERVERA. En plena noche vinieron a dar con dos cruceros ligeros y varios destructores republicanos. El BALEARES abrió fuego, que fue rápidamente contestado por la flotilla republicana dándole de lleno y haciéndolo explotar. El CANARIAS sólo pudo recoger a los supervivientes y salir a toda máquina bajo los proyectiles del ataque aéreo que comenzó a continuación.

Continuaría con su misión de bloqueo y ataques costeros hasta el final de la contienda.

No solo protagonizó actos de guerra. Terminada la Guerra Civil comenzó una vida más tranquila, participando en ocasiones en acontecimientos lúdicos mucho más constructivos. El 25 de julio de 1939 estuvo presente en unas regatas organizadas en una localidad que en aquel momento se llamaba El Ferrol del Caudillo. En la competición de traineras participaron miembros de la tripulación del CANARIAS. Quedaron en segundo lugar con su barca “Virgen del Rosario”, por detrás de la “Virgen de Begoña” perteneciente al crucero NAVARRA (7) clasificándose en tercer lugar la tripulación del destructor ALMIRANTE VALDÉS (8) con su barca “Virgen del Carmen”.

El hecho de que este crucero pesado llevara el nombre del archipiélago de las Islas Canarias le hizo establecer un vínculo muy especial con las estas islas a las que visitó en numerosas ocasiones.

La primera visita había sido aplazada debido el estallido de la guerra, asunto que se subsanó en 1940. Después de cuatro años surcando la mar y participando en decenas de acciones bélicas, por fin le iba a ser entregada su bandera de combate. A finales de abril, y recién pintado para la ocasión, arribó al archipiélago canario. Visitó el puerto de Las Palmas en Gran Canaria, el de Los Cristianos en Tenerife y el día 1 de mayo, a las 8:30 h. de la mañana, hizo su entrada por la bocana del puerto de Santa Cruz, capital tinerfeña. Venía al mando del capitán de navío D. Juan Pastor Tomasety (9), quien lo hizo atracar en el dique sur. Quiso el CANARIAS entrar acompañado por la escuadra compuesta por los cruceros ligeros ALMIRANTE CERVERA al mando del capitán de navío D. Alfonso Arriaga y NAVARRA al mando del capitán de navío D. Rafael García, y por los destructores ULLOA (10) al mando del capitán de fragata D. Luis Lallemand, CÍSCAR (11) al mando del capitán del fragata D. Pablo Suances, GRAVINA y ALMIRANTE ANTEQUERA (12) al mando del capitán de fragata D. José Jaurregui, todos los cuales quedaron fondeados dentro de la dársena. Como jefe de la flota venía el almirante Moreu.

En una ceremonia memorable y multitudinaria, celebrada el día 5 de mayo a modo de misa de campaña en la plaza de La Candelaria de la capital tinerfeña, el Cabildo Insular de Tenerife, máxima institución de la isla, presidido por don Francisco de Asís La-Roche Aguilar (13), le hizo entrega de su tan anhelada bandera de combate, cuyo escudo había sido confeccionado por doce expertas bordadoras de La Orotava, localidad del norte tinerfeño; ejerció como madrina Dña. Victoria Zerolo de García Pallasar, esposa del Gobernador militar de Tenerife, por delegación de la esposa del Jefe del Estado que no podía estar presente. También en el mismo acto le fue ofrecida una bandera roja y negra de Falange, y las gualdrapas para la banda de cornetas y tambores del crucero, confeccionadas por la Sección Femenina de Falange. Hacia las 19 horas del día siguiente, la pequeña flota que había lucido su estampa en el puerto santacrucero se hizo a la mar rumbo a Santa Cruz de La Palma. Cuando marchó, el CANARIAS, izada al viento su flamante bandera de combate, dejó un afectuoso recuerdo: la promesa de volver, lo que cumplió en numerosas ocasiones.

El 15 de febrero de 1941 la ciudad de Santander sufrió un pavoroso incendio que afectó a 37 calles, destruyendo prácticamente todo el casco antiguo, afectando a una tercera parte de la población y reduciendo a cenizas el noventa por ciento del comercio. Se tardó casi quince días en extinguirlo por completo, pero los tres primeros fueron los más dantescos. Miles de personas se vieron afectadas perdiéndolo absolutamente todo. El día 18, solo tres días después de iniciado el incendio, entraba en su puerto el crucero CANARIAS para ofrecer auxilio y tender su mano a una población aterrorizada. Aportó alimentos y todo tipo de ayuda humanitaria, incluido servicios médicos. También se convirtió en centro de comunicaciones y suministró energía eléctrica a una ciudad que se había quedado en una situación de franco desamparo. Y allí permaneció mientras su presencia fue necesaria, junto con otros buques civiles y militares que prestaron similares servicios.

También fue requerida su ayuda en mayo de 1941 para auxiliar a la tripulación del potente acorazado alemán BISMARK (14) durante la II Guerra Mundial, al cual, con la intención de darle caza y destruirlo, los ingleses se vieron obligados a desplazar desde Scapa Flow (Escocia) a la “home fleet” al completo más la escuadra de Gibraltar, empleando a 8 acorazados, 2 portaaviones, 4 cruceros pesados, 7 cruceros ligeros, 21 destructores, 6 submarinos y cerca de 100 aviones que lo hostigaron durante varios días por el Atlántico Norte hasta, una vez averiado su timón, dejar reducido a este modernísimo acorazado, de 251 m. de eslora, a un agonizante amasijo de hierros retorcidos aunque todavía a flote. Sin embargo, al parecer, fue su propia tripulación la que, en un último sacrificio, terminó por echarlo a pique el día 27 de mayo. Con él se hundiría su comandante, el almirante Günther Lütjens. El HMS DORSETSHIRE, el último en hacer fuego sobre el BISMARK, logró rescatar a un centenar de hombres del agua. La tripulación del acorazado estaba compuesta por más de 2.200 miembros. Sólo sobrevivieron 115, lo cual da una idea del terrible castigo artillero al que fue sometido. El mismo día 27 de mayo, el crucero CANARIAS salió de El Ferrol a las 14:40 horas forzando máquinas hacia el punto del hundimiento en Gran Sol (suroeste de las islas británicas) en medio del mal tiempo que caracteriza la zona, tardando 20 horas en llegar.

Solo encontró los restos del naufragio y dos cadáveres que pudieron ser identificados como Malter Grasczak y Heinrich Neuschwanler. Pocas horas después la tripulación del CANARIAS se dispuso a dar digno sepelio a los dos marineros muertos devolviéndolos al mar con los debidos honores de ordenanza.

Pero el tiempo pasa, y nuestro buque continuaría cumpliendo con sus funciones institucionales. En enero de 1943 era inaugurada en Pontevedra la Escuela Naval Militar de Marín (15), acontecimiento que el CANARIAS no se podía perder. Ese mismo año pasa por una nueva reparación, esta vez sí se le termina de instalar el armamento que le faltaba.

En 1950 se estudió la posibilidad de convertirlo en portaaviones, pero meses después se desestimó. En ese mismo año, el crucero CANARIAS protagonizó una importante visita al archipiélago canario. Después de catorce años, el Jefe del Estado, Francisco Franco, que había salido de Tenerife para liderar el alzamiento militar, regresó en loor de multitudes, y lo hizo a bordo del CANARIAS:

Alrededor de las 11 horas del día 22 de octubre de 1950 quedó atracado en el dique sur del puerto de Santa Cruz de Tenerife donde, en medio de una enfervorizada muchedumbre, desembarcaría Franco para iniciar su visita oficial a la isla donde, entre otros actos, protagonizaría la inauguración de las nuevas instalaciones de la refinería de petróleos de CEPSA, así como una visita a la emergente ciudad turística de El Puerto de la Cruz. Durante los días posteriores, el “Emperador del Mar” (como era conocido popularmente el CANARIAS) luciendo la bandera insignia del Jefe del Estado, lo que dejaba ver a las claras que se trataba del barco más importante de la Armada en ese momento, haría gira por las demás islas del archipiélago canario donde al llegar a puerto era recibido por decenas de barcas profusamente engalanadas. Iba acompañado por el ALMIRANTE CERVERA, el JOSÉ LUIS DÍEZ (16), el SÁNCHEZ BARCÁIZTEGUI (17) y el ALMIRANTE VALDÉS.

La noche del día 26 quedó fondeado en la bahía de Santa Cruz a la espera del embarque de la esposa del Jefe del Estado, Dña. Carmen Polo y la tinerfeña Dña. Otilia Martín Bencomo, esposa del entonces Ministro de la Gobernación, D. Blas Pérez González, natural de la isla canaria de La Palma, quienes habían decidido quedarse en Tenerife para visitar a amigos y familiares poniendo punto final a esta importante visita.

En octubre de 1952 el CANARIAS entra en dique seco donde permanece hasta febrero de 1953 para ser sometido a algunas reformas. Es en este momento cuando se aprovecha para realizar en la chimenea el proyecto original, esto es, convertirla en una chimenea doble.



A finales de abril de 1954 visitará nuevamente el puerto de Santa Cruz de Tenerife en viaje de ida hacia Guinea, acompañado por los submarinos oceánicos GENERAL SANJURJO y GENERAL MOLA (ambos de la clase “General Mola”) y los también oceánicos D1 y D2 (de la clase “D”, posteriormente clase “Balao”), haciendo visitas a Santa Isabel, Annobón y Bata. A su vuelta, el 2 de junio, la escuadrilla bajo el mando del vicealmirante González Aller, pasará nuevamente por dicho puerto.

En 1955 se estudia nuevamente la posibilidad de hacerle una gran reforma en virtud de una importante ayuda económica procedente de Estados Unidos. Se decidió finalmente utilizar ese dinero para reparar barcos más pequeños. Aún así pudo ser equipado con un radar más potente, se modernizó parte del armamento, se le instalaron nuevos equipamientos de comunicación y se le pintó al dorso el numeral que se le había designado: C-21.

En noviembre de 1957, debido a la Guerra de Sidi-Ifni, el CANARIAS desempeñaría algunas acciones. Transportó a la 45ª Bandera de la Legión desde Ceuta hasta Las Palmas. El 7 de diciembre de dicho año, acompañado por los destructores ALMIRANTE MIRANDA (18), ESCAÑO (19), GRAVINA y JOSÉ LUIS DÍEZ se colocaron frente al puerto marroquí de Agadir apuntando a edificios oficiales, mientras el crucero CANARIAS entraba en puerto, viendo los testigos cómo sus cañones se movían seleccionando distintos objetivos. Acto seguido dio media vuelta y se fue ante la estupefacción de los presentes. Las autoridades marroquíes entendieron el mensaje, aquel era un problema español y Marruecos debía quedarse al margen.

En 1960 se le cambia totalmente la configuración del puente para convertirlo en panorámico. Además, durante ese año el CANARIAS tendrá ocasión de viajar hasta América, concretamente a Argentina, para la celebración del 150 aniversario de la independencia de la República llevando a su bordo al entonces Ministro de Marina, el almirante D. Felipe José Abárzuza y Oliva (1896-1970), en representación del Gobierno español.

El 26 de febrero en 1961 el CANARIAS volvió a visitar el puerto de Santa Cruz de Tenerife, procedente de Guinea, tras haber formado parte, en virtud de la petición de ayuda del Gobierno de Portugal a España, del operativo de búsqueda del trasatlántico portugués secuestrado SANTA MARÍA (20). El día 8 de marzo zarpó rumbo a El Ferrol.

En junio de 1961 participó en la “Operación Foca”. Se trató de un importante ejercicio militar que se hacía por primera vez en España. El objetivo de este juego de guerra era la liberación de las Islas Baleares supuestamente ocupadas por fuerzas enemigas; para ello se reunieron diez mil hombres, ochenta navíos y cincuenta y cuatro aviones. La Flota se reunió en La Carraca, San Fernando de Cádiz, donde fueron embarcados todos los operativos. Y allí llegó el crucero CANARIAS con el vicealmirante D. Francisco de Benito Perera, Comandante en Jefe de la Flota y bajo cuyo mando se desarrollarían los ejercicios.

El 14 de mayo de 1962 el crucero CANARIAS se fue de boda. Ese día contraía matrimonio en Atenas el príncipe español D. Juan Carlos de Borbón con la princesa helena Dña. Sofía de Grecia. El general Franco, contrariado al parecer con este enlace, declinó la invitación y envió en su representación al almirante D. Felipe José Abárzuza y Oliva, quien llegó a El Pireo bordo del CANARIAS. Su banda de música interpretó ante la catedral católica de San Dionisio los himnos español y griego y presentó armas a la llegada de los pretendientes, y una vez terminada la ceremonia nupcial, al salir del templo, los esposos pasaron bajo el arco de espadas de la oficialidad del crucero, al tiempo que las campanas de las casi quinientas iglesias de Atenas herían el cielo tañendo a gloria.

Poco más de un año después, el 28 de junio de 1963, y procedente de Las Palmas de Gran Canaria, llegó el CANARIAS al puerto de Santa Cruz de Tenerife con los príncipes a su bordo que venían de visita al archipiélago canario. Por cierto, admirable el atrevimiento de la princesa Dña. Sofía, pues ya estaba embarazada de su primogénita. Quedó el crucero atracado en la sección 4ª-2ª del Dique Sur con la tripulación formada sobre cubierta. Ese mismo día llegó a puerto la 21ª Flotilla de destructores formada por el ALCALÁ GALIANO (21), ALMIRANTE VALDÉS, ALMIRANTE FERRADIZ (22). También llegó el LINIERS (23), el JORGE JUAN (24) y el LEPANTO (25). Junto a ellos viajaban las corbetas ATREVIDA, PRINCESA Y NAUTILUS (26), que venían participando en unas maniobras aeronavales en aguas canarias.

En diciembre de 1963 tuvo lugar un extraño suceso. El día 21 era la fecha prevista para la llegada del viejo carguero CASTILLO MONTJUICH a la Coruña procedente de Boston, con casi 10.000 toneladas de maíz estibadas en sus bodegas. La última comunicación se tuvo con el mercante el día 14 de diciembre y según su capitán se hallaban a unas 400 millas al noreste de Las Azores. La falta de noticias hizo que saltara la alarma y fueron enviados a la zona las fragatas LEGAZPI (27) y VICENTE YÁÑEZ PINZÓN (28) junto al crucero CANARIAS. Rastrearon una amplia zona ayudados por Fuerzas Aeronavales de los Estados Unidos y Portugal. No se halló rastro de ninguno de sus 37 tripulantes, ni un bote, ni una sola mancha de aceite. El CASTILLO MONTJUICH constituye uno de los mayores misterios de la marina mercante española.

A las 13:30 horas del 8 de abril de 1964 volvió a entrar en el puerto de Santa Cruz de Tenerife, quedando amarrado en la sección 4ª-2ª del Dique Sur, esta vez acompañado por el destructor OQUEDO (29) que amarró en la sección 4ª-1ª, a popa del CANARIAS. Permanecieron atracados hasta el día 11 del mismo mes, haciéndose de nuevo a la mar hacia las 7 horas de la mañana, para continuar con su viaje de prácticas.

El 6 de julio de 1965, a las 11 de la mañana, atracaba otra vez en el puerto de Santa Cruz de Tenerife el CANARIAS tras participar en las maniobras aeronavales CANAREX-IV donde se encontraba casi toda la Flota, al mando del Vicealmirante Indalecio Núñez Iglesias. Vino el crucero en esta ocasión acompañado por el transporte de ataque TA-21 (30). El CANARIAS se hizo a la mar a las 22 horas del 8 de julio, siguiendo la estela del TA-21 que había zarpado antes hacia aguas de Las Palmas de Gran Canaria, donde se concentrará la Flota, para iniciar viaje de regreso hacia sus bases.

En ese mismo año se planeó equipar al CANARIAS con misiles “Terrier” y una plataforma para helicópteros y, nuevamente, se desestimó.

En 1968 Guinea Ecuatorial obtiene su independencia. Tras la proclamación de Francisco Macías Nguema (1922-1979) como presidente del nuevo país, los radicalismos nacionalistas emergentes hacen que día a día la situación se vaya deteriorando hasta el extremo que, a mediados de 1969, el Gobierno español de orden de enviar un convoy encabezado por el crucero CANARIAS junto a una fragata, un cañonero, dos transportes y el petrolero auxiliar de flota TEIDE (31) para evacuar tanto a las tropas como a todos aquellos españoles que decidiesen abandonar el territorio guineano. Durante el curso de esta misión conocida como la “campaña de Guinea”, el CANARIAS recaló en Las Palmas de Gran Canaria el 17 de abril de aquel año.

Regresará a Canarias el 9 de febrero de 1972, esta vez en viaje de instrucción enarbolando el guión del comandante general de la Flota, el Vicealmirante D. Gabriel Pita da Veiga y Sanz, acompañado por los destructores ALMIRANTE FERRÁNDIZ y JORGE JUAN.

Siete meses después, concretamente a las 8 horas de la mañana del 28 de septiembre, tras visitar El Aiun y Las Palmas, hizo el CANARIAS una nueva escala atracando en el muelle sur del puerto de Santa Cruz de Tenerife, esta vez acompañado por la fragata antisubmarina ÁLAVA (32) que venía bajo el mando del capitán de fragata Sr. Gómez Díez-Miranda. En esta ocasión, el CANARIAS, que entró en puerto bajo el mando del capitán de navío D. Diego López Louriño, enarbolaba la insignia del vicealmirante D. Enrique Amador Franco, a la sazón comandante general de la Flota. También venía a su bordo el jefe del Estado Mayor de la Flota, capitán de navío D. José María Moreu Curbelo, además de los 900 tripulantes del crucero. Tras cumplimentarse los actos oficiales de rigor con las autoridades locales tanto civiles como militares, y realizar las tripulaciones de los dos navíos diversas excursiones por la isla, hacia las 22 horas del 29 de septiembre, se hicieron a la mar rumbo a Cádiz.

Iniciándose el verano de 1974, más exactamente al alba del viernes 21 de junio, el CANARIAS, bajo las órdenes del capitán de navío D. Feliciano Mayo Jiménez, entrará majestuoso y por última vez en el puerto de Santa Cruz de Tenerife, quedando atracado como siempre en el muelle sur. Vino en compañía de los destructores MARQUÉS DE LA ENSENADA (33) bajo el mando del capitán de fragata D. Joaquín Freire Conde, LEPANTO bajo el mando del capitán de fragata D. José María Vallarino Serís Granier, ALCALÁ GALIANO bajo el mando del capitán de fragata D. Julio Sierra Fortiu, y ALMIRANTE FERRÁNDIZ bajo el mando del capitán de fragata D. Ramón Barbueno y Marín Barbueno, quedando atracados y abarloados en el muelle sur. Venía el CANARIAS, en viaje de despedida, luciendo al viento la insignia del vicealmirante D. Javier de Elizalde y Laínez. Durante el fin de semana se le rindió un sentido homenaje público en la plaza de España de la capital tinerfeña, en el curso del cual le fue entregada al crucero la medalla de oro de la provincia. Finalmente, en la tarde del martes 25, con la presencia en el puerto de miles de personas, el viejo crucero CANARIAS, seguro sabedor de su propincuo final, acarició por última vez las cálidas aguas del puerto y se hizo a la mar. Fuera de la bahía, le esperaban en formación los cuatro destructores que, con un “saludo a la voz” le rindieron honores a su paso. Posteriormente, ya en fila y navegando a 20 nudos, el convoy dio una pasada a escasa distancia de la escollera del muelle sur. Era su forma de despedirse para siempre de la isla de Tenerife, para seguir hacia Gran Canaria, donde también se le rindieron homenajes de despedida. Finalmente, como un veterano marinero siempre fiel hasta su último aliento, no dudó en obedecer al gobernalle y poner su proa recta rumbo a su último y funesto destino, siendo sus mástiles lo último que, ya en lontananza, pudo divisarse de un navío que paseó con gallardía el nombre de Canarias en cuantos puertos visitó.



El “Emperador del Mar” fue dado de baja de la lista oficial de buques de la Armada el 17 de diciembre de 1975. El 14 de septiembre de 1977 se verificó su subasta por algo más de 60 millones de pesetas y, apenas un año después, fue pasto del siempre impío soplete en El Ferrol.

Este auténtico veterano, el más célebre de los buques de la Armada Española del siglo XX, participó en 52 acciones de guerra, navegó 700.000 millas náuticas, lució las insignias de 30 almirantes y los gallardetes de 33 comandantes, y tras casi 40 años de fiel servicio, y pese a las gestiones iniciadas por varias ciudades españolas en un último intento de salvarlo como buque-museo, simplemente fue convertido en chatarra.

Sus campanas así como la caña del timón y el telémetro se conservan en el Museo Naval de El Ferrol. Una de sus hélices le fue entregada a la ciudad de Santa Cruz de Tenerife en 1980 como recuerdo de su afecto y presencia durante tantos años, quedando expuesta en la entrada de la antigua estación del jet-foil.


No podemos encontrar mejor despedida para el viejo crucero CANARIAS que las últimas palabras que sobre él dejó escritas con hermosa prosa poética el insigne y bienquisto periodista canario D. Juan Antonio Padrón Albornoz en su artículo “Última recalada del Canarias”, publicado en el periódico “EL DÍA” de Santa Cruz de Tenerife en su edición del 26 de junio de 1974, en el que concluía: “… se va de la mar alta y libre, ese “Canarias” que ayer nos dejó y ante cuya marcha comprendemos que no se puede vivir sino muriendo, que se puede ser sino dejando de ser”.

EL BARCO DE LA LUZ





NUESTRA SEÑORA DE LA LUZ




Una central eléctrica flotante con mucha historia,la historia inacabada del viejo «barco de la luz»






Nostalgia, ese fue el sentimiento que se adueñó de todos aquellostestigos quienes en la primavera de 1973 observaron como, lentamente,iba abandonando el puerto de Santa Cruz de la canaria isla de Tenerife,la poco airosa figura de la central eléctrica flotante NUESTRA SEÑORA DE LA LUZ, recubierta por su sempiterna pintura gris, y que había firmadoel cielo del muelle con sus negros copetes de humo durante once largosaños en que su figura quedó impresa en el recuerdo popular de lasociedad tinerfeña, junto a la vieja “Farola del Mar” que aún alumbra el folklore canario, pese a que “no tiene gas” (como reza la copla)…Semarchaba en silencio el viejo «barco de la luz» cargado de viejashistorias. Se marchaba una ensombrecida barcaza que ocultaba bajo elsalitre de sus muchos años, un buque de guerra que un día surcóorgulloso las aguas del Atlántico en los peores tiempos que vivió Europa en el siglo XX, durante la infausta II Guerra Mundial, en que cosechómuchos éxitos en combate, en momentos en que Inglaterra se afanaba ensolitario para mantener abiertas las líneas de comunicación marítimas en el Atlántico, imprescindibles para su economía y evitar el más que probable cerco de los insaciables submarinos nazis.


Los convoyes que viajaban hacia Inglaterra o salían de allí, eranescoltados por unas corbetas pequeñas y de reducido tonelaje, dotadas de un armamento ligero consistente en artillería superficie-aire y cargas
de profundidad estándar, que las hacía vulnerables a la feroz crueldadde los U-boot del Fürher. Pero aún así, eran la única protección de losconvoyes, pues la flota de destructores había sufrido numerosas pérdidas en combate. El poco peso de las corbetas las hacía inadecuadas para lanavegación oceánica en el Atlántico, donde las tormentas y las marejadas intensas y frecuentes hacia latitudes altas ponían en serios aprietossus condiciones de operatividad. Por otro lado, su escasa autonomíahacía necesario la presencia de buques de suministro de combustible enmedio de los convoyes, lo que ralentizaba el trayecto y propiciaba elescenario perfecto para la actuación de las flotillas de submarinosnazis: las «manadas de lobos» del Almirante Doenitz.

Ante este oscuro horizonte, la Royal Navy se vio en la obligación deemprender con apremio el diseño y construcción de unidades apropiadaspara estas misiones.

De acuerdo con el Almirantazgo británico, la poderosísima ingeniería naval estadounidense puesta al servicio de la guerra, comenzó a trabajar con celeridad en el denominado «Programa de Emergencia Naval» creadopor el Gobierno Federal. Se estudiaron minuciosamente todos los detalles tácticos y operativos de las distintas clases británicas (Flower,Loach, Castle y River), así como sus defectos, tomándose los mejoresaspectos de cada una de ellas para concentrarlos en una nuevaconstrucción. Nació así el «destructor de escolta» denominado DE, delque se construyeron nada menos que 565 unidades entre 1941 y 1945,conseguidas gracias a que el ensamblaje de estas unidades se hizo almismo tiempo en quince astilleros −de los que son más destacables los de Bothelm, Filadelfia, Norfolk, y los arsenales de Charlestown, y losmenores de Bay City, Defoe, Brown y Tampa Shipbuilding−, donde semontaban y soldaban las piezas que, ya prefabricadas, iban llegandoincesantemente desde innumerables puntos de los Estados Unidos, lo quedemostraba a las claras la enorme capacidad de empuje de la industrianaval norteamericana.


Nació así la denominada «fragata antisubmarina» genérica de 1.400 tn. de registro (2.100 tn. a plena carga), 93,26 m. de eslora por 11,22 m. demanga, y capaz de desarrollar hasta los 24 nudos de velocidad gracias auna planta motriz diesel-turbo-eléctrica configurada por dos calderasFoster-Wheler de impecable construcción que entregaban 12.000 HP defuerza a sus dos hélices. Fue dotada, además, con armamento defensivo yofensivo apropiado, tanto en superficie como bajo el mar (tres piezas de artillería de 76 mm. montadas al tresbolillo (1) situadas a popa trasla alta chimenea, dos piezas de 40 mm. y diez de 20 mm., ocho varaderos y morteros lanzacargas en la cubierta de popa, además de erizos, másapropiado para la defensa de los convoyes atlánticos; también se les dotó de equipos de pantalla de sonar visual-acústico, denominado«asdic». Pero a lo largo de la construcción de las 565 unidadesproducidas, hubo algunas variaciones que definieron cinco clasesdistintas: EVARTS (de 1.150 tn., con motores diesel para alcanzar una velocidad de 20 nudos), BUCKLEY (de 1.400 tn., turbinas, 24 nudos),BOSTWICK (de 1.240 tn., motores diesel, 25 nudos), RUDEROW (1.450 tn.,turbinas, 24 nudos) y J.E. BUTLER (de 1.300 tn., turbinas, 24 nudos).


Los DE carecían de castillo lo que acentuaba sus estilizadas líneas y su arrufo (2) era muy pronunciado en la proa. Exhibían un aguzado tajamarespecialmente planeado para cortar las olas atlánticas y evitar, por lotanto, remontarlas, ganando así velocidad, estabilidad y algo muyimportante, capacidad de maniobra. Sobre el puente enarbolaba un únicopalo que acogía el radar y la cruceta para las banderas de señales. Sólo tenía una alta chimenea instalada en la superestructura del puente, con una ligera inclinación hacia la popa, que en los propulsados porturbinas tenía más altura y mayor inclinación. Por otro lado, sucapacidad de almacenamiento le permitía embarcar hasta trescientastoneladas de combustible, alcanzando así una autonomía para cinco milmillas a una velocidad media de 15 nudos, confiriéndole una gran ventaja en el combate.


Cuarenta y seis DE del tipo BUCKLEY recién construidos fueron transferidos a la Royal Navy, a la que se incorporaron tras ser dados de alta como fragatas de la clase CAPTAIN. Uno de ellos será el
protagonista de nuestra historia:


Con diseño y características técnicas proyectados por la Gibbs &Company, el USS OSWALD DE-71 fue montado en astilleros de Massachussets y botado el 30 de junio de 1943. Recién concluida su construcción yllevada a cabo su verificación, se le entregó a la Royal Navy donde fuerebautizado con el nombre de HMS AFFLECK asignándosele el numeral K-462 y siendo incorporado al “First Escorts Group” junto a sus gemelos HMSGORE, HMS GOULD y HMS GARLIES. Al poco tiempo, en mayo de 1944, elAFFLECK fue designado buque insignia de su grupo, al mando del capitánde corbeta G. Gwinner.


Comenzó así a escribir su propia historia. Desde el mismo momento de subautizo de fuego, la tenacidad en combate del AFFLECK y de sutripulación durante la contienda, le harían merecedor de tener su reseña
en la Historia Naval de la II Guerra Mundial: su fiereza y fortuna enlos encuentros con los submarinos (las “manadas de lobos”) del Almirante Doenitz (1891-1980) dejaron clara muestra de ello. Las rápidas
navegaciones en zig-zag en los flancos de los convoyes que le fueron asignados al AFFLECK no se condicionaron al mal o buen tiempo, siemprealerta su dotación y a punto para entrar en combate incluso en medio delos peores temporales en los que, pese a embarcar ingentes cantidades de agua a medida que arreciaban, no se minoraba su régimen de vigilanciani se alteraba su rumbo. No debemos perder de vista que se tratabaliteralmente de la lucha por la supervivencia, en medio de un Atlánticosembrado de muerte.






Una de sus gestas más recordadas fue la caza y el hundimiento del U-91(3): el 25 de febrero de 1944 en misión de escolta del convoy ON225 enel Atlántico, el AFFLECK al mando del capitán G. Gwinner localizó alnorte de las Islas Azores a un submarino navegando emergido a proa delconvoy. Tras el inmediato zafarrancho de combate, el AFFLECK arrumbó atoda máquina a su encuentro, con el GORE (al mando de J. Reeves-Brown) y el GOULD (al mando de D. W. Ungoed) tras su estela. El U-91, al mando
del comandante Heinz Hungershausen, percatado de la maniobra, sesumergió antes de establecerse contacto visual, comenzando sus maniobras evasivas, pese a lo cual fue localizado gracias al sistema de detección “asdic” de los destructores, lo que permitió dar comienzo al rosario de cargas de profundidad que finalmente dieron con el U-91 en el fondo. Al parecer, según algunas fuentes hubo 16 supervivientes que fueron capturados.


A los pocos días, el 1 de marzo, también cerca de las Azores se repetíala escena con otro submarino, el U-358 (4) tras hundir este a uno de los mercantes del convoy. El AFFLECK, acompañado por sus gemelos GORE,GARLIES y GOULD consiguen cercar al submarino después de 38 horas decombate, durante las cuales le fueron lanzadas 104 cargas deprofundidad. Finalmente, Rolf Mancke, comandante del U-358, sabedor desu ya segura derrota, aprovecharía hasta el último aliento de su buque:
con las baterías completamente agotadas, en un último esfuerzo, acabóemergiendo en tal posición que, al ganar superficie, se encontró con el GOULD en su proa, disparándole con desesperada urgencia los 4 torpedosdelanteros, haciendo blanco en el destructor que, devastado, se hundiría en pocos minutos. Sin posibilidad ni tiempo para otra maniobra, elU-358 sería sometido en el acto al presto fuego artillero de lodestructores, quedando totalmente deshecho y hundiéndose de popa irremisiblemente. No hubo un solo superviviente de una tripulación de 50 hombres. Este combate está catalogado como el acoso más largo al que se sometió a un submarino alemán a lo largo de toda la II Guerra Mundial.


Solo un apunte, estimado lector, para no perder la perspectiva: desde el punto de vista humano, resulta imposible alcanzar a imaginar el desatado terror claustrofóbico que se puede sentir dentro de un submarino sumergido tras 38 horas de bombardeo a muerte. Imaginarse elpavor de los tripulantes tras escuchar el click-click que precede al estallido de cada carga de profundidad, una vez y otra y otra y otra…y así hasta 104 veces, nos obliga a reflexionar sobre las miserias de la guerra… Las miserias de la guerra.

Acabado el combate, los tres destructores supervivientes volvieron a su base, entrando en reparación el GARLIES y el GORE, mientras que el AFFLECK, sin daños y rápidamente reaprovisionado, zarpa de inmediato con una nueva misión de patrulla acompañado en esta ocasión por el veterano destructor británico HMS VANOC, construido durante la I Guerra Mundial y comandado en ese momento por P. R. Ward. El 13 de marzo reciben comunicación en la que se les indica que tres aviones Catalina- VP63 de
la Fuerza Aérea norteamericana con base en Gibraltar acaban de delatar la presencia de un submarino al suroeste de Punta Tarifa, en Cádiz, dentro de la zona de patrulla del AFFLECK y del VANOC. Los dosdestructores comienzan la persecución con el apoyo de dos aviones equipados con cargas de profundidad, localizando al U-392 (5) navegando  en inmersión. Las cargas de profundidad pronto dan en el blanco, haciendo emerger al submarino gravemente averiado. Su comandante, Henning Schümann, ordena su tripulación que lo hunda antes de la llegada  de los destructores, ejecutándose la orden en la posición 35º55’N-05º41’W. Tras el combate, el AFFLECK atraca en Gibraltar, recibiendo orden de reincorporarse a la flotilla.

A estas alturas de la guerra, y tras comenzar a decaer los ataques de las “manadas de lobos" de Doenitz, el AFFLECK ya no es imprescindible  como escolta de convoyes, por lo que recibe una de esas órdenes que
cambian el curso de la Historia: trasladarse a Derry, al norte de   Irlanda, y agregarse a las fuerzas del almirante Ramsay (6) quien, bajo las órdenes del general Eisenhower, preparaba la “Operación Neptuno”,
denominación que englobaba la contribución naval al desembarco de Normandía (“Operación Overlord”). El AFFLECK fue una de las unidades de superficie que con su fuego artillero, unido al de otros dos
destructores, cinco acorazados, veintidós cruceros, cuarenta y ochocorbetas y una numerosísima cantidad de fuerzas sutiles, apoyaron en el Canal el desembarco de cuatro mil doscientos veintidós transportes y
buques en las playas de Normandía durante el 5 y 6 de junio de 1944.


Establecida la cabeza de playa del mayor desembarco de tropas de la Historia que dejaría las playas de Normandía sembradas de chatarra durante años, el AFFLECK servirá de escolta en aguas del Canal junto con otras grandes unidades de superficie y numerosísimas fuerzas sutiles, para dar cobertura al enorme trasiego de tropas y material bélico,contra posibles ataques de submarinos nazis que todavía son numerosos en el Atlántico Norte.


El 25 de junio de 1944, cuando se encontraba patrullando las aguas del Canal junto al destructor HMS BALFOUR, el AFFLECK recibe comunicación por parte de un avión Wellington del escuadrón polaco 304, en la que se indica la localización de un submarino al sudoeste de Torquay, frente a  la costa francesa de Plougerneau. Se trata del U-1191 (7) que, al mando del comandante Peter Grau, había zarpado de Stavanger el 22 de mayo con orden de internarse en el Canal de la Mancha. Comienza el combate y, gracias al parecer a las certeras cargas de profundidad lanzadas desde el Wellington, acaban con él tras una breve persecución. No hubo supervivientes.


Pero tras tantos éxitos, llegó el final. El 26 de diciembre de 1944, en misión de escolta del convoy EG1N, en los alrededores de Cherburgo y frente a Portsmouth, el AFFLECK fue atacado por la popa a las 12:40 horas por los inesperados torpedos del U-486 (8) al mando de Gerhard Meyer, el cual, quince minutos antes había atacado y hundido a la fragata HMS CAPEL del mismo convoy. Muy mal parado, el AFFLECK quedó semihundido de popa y con gravísimas averías, por lo que tuvo que ser remolcado con urgencia por un remolcador de la Royal Navy hacia una playa de la costa británica para vararlo, evitando su casi seguro  hundimiento. Días después, tras ser reforzados sus dañados mamparos, fue puesto a flote y remolcado hasta Barrow, frente a Francia. Sometido a una inspección técnica, y aunque aparentemente el AFFLECK no parecía  demasiado afectado, el informe vino a dictaminar que su reconstrucción  resultaba inviable económicamente a tenor de las grandes y gravísimas  averías y desperfectos en la sección de popa. A la vista de este informe, y pese a la intención primera de ponerlo nuevamente en servicio ensamblándole la sección de popa de alguno de sus gemelos, en los despachos del Almirantazgo británico se tomó la decisión de darlo de baja, relegando al AFFLECK a un rincón del puerto, donde permanecería amarrado a la espera de la orden de desguace.


En esta situación de abandono permanecería durante cuatro años. Pero a principios de 1949 se encendió una luz de esperanza para el AFFLECK. El INI - Instituto Nacional de Industria español, se interesó por las posibilidades que podía ofrecer aquel cacharro oxidado. Concretamente su motor: querían convertirlo en una central eléctrica, como se reconvirtieron algunos de sus compañeros después de la guerra para  suministrar electricidad a algunos puntos de Estados Unidos, Colombia o  Ecuador. Una vez confirmada su capacidad para generar electricidad y verificado el estado general del buque, el 24 de febrero de 1949, tras la firma de los preceptivos documentos, el AFFLECK fue remolcado hacia Amberes, concretamente a los astilleros John Cockerill de Hoboken, donde comenzaría su transformación.


Durante los trabajos de adecuación, la popa fue recortada en 14 m.,confiriéndole un aspecto algo chocante, convertido ahora en un pontón con 76 m. de eslora y 1.278 tn., rematando su estampa dos chimeneas de considerable altura. Una vez terminado, fue entregado al INI rebautizándosele acertadamente como NUESTRA SEÑORA DE LA LUZ. Desde Hoboken sería remolcado hasta Cartagena (Murcia) donde comenzó su tarea de suministro de electricidad. De aquí sería trasladado posteriormente a Barcelona con idéntico cometido. Tiempo después sería remolcado hasta San Fernando para prestar los mismos servicios.


En Canarias, durante la década de los 50 y principios de la década siguiente, el suministro de energía eléctrica se reveló inadecuado para las necesidades de la población residente en pleno crecimiento.
Posteriormente se sumaría a esta demanda energética el incremento del  turismo y la necesaria instalación de desaladoras de agua de mar. El servicio eléctrico existente hasta entonces (perteneciente a inversiones de capital privado, no siempre bien avenido) apenas si conseguía  abastecer adecuadamente a Las Palmas de Gran Canaria, a Santa Cruz de Tenerife, y otras pocas poblaciones más, aunque más precariamente  llegaba a algunos núcleos menores con el correspondiente menoscabo en la calidad del servicio. En esta situación, el INI comienza a intervenir  en las Islas, y entre sus primeras decisiones está el traslado de la  central eléctrica flotante NUESTRA SEÑORA DE LA LUZ a Canarias.



Hacia mediados de septiembre de 1962, sería llevado hasta Tenerife por el remolcador RA-3 de la Armada Española −este remolcador también había navegado con la bandera de la Royal Navy durante la II Guerra Mundial−. Después de unos treces días de navegación tras la estela del RA-3, el NUESTRA SEÑORA DE LA LUZ arribó al puerto de Santa Cruz de Tenerife, quedando amarrado en el ángulo de la dársena sur, desde donde de inmediato comenzó a suministrar electricidad a gran parte de la Isla, y lo hizo fielmente durante once años, convirtiéndose en todo un referente en la historia del Puerto de Santa Cruz de Tenerife.



En 1969, el INI se hizo con el control de la empresa eléctrica privada
UNELCO (Union Electric Company) que suministraba electricidad en
Canarias, mediante la compra a su propietario norteamericano, dando
nacimiento a la UNELCO pública, que con su capacidad inversora permitió
que por fin en 1983 se lograra hacer llegar el suministro eléctrico a
todo el Archipiélago, optimizándose progresivamente los parámetros de
calidad del servicio.




El suministro de electricidad del NUESTRA SEÑORA DE LA LUZ se mantuvo en buque el color gris de su pintura de guerra. En el ínterin, en la costa de Las Caletillas, en el municipio tinerfeño de Candelaria, estaba tomando forma una gran central eléctrica, capaz para el suministro de toda la Isla, siendo inaugurada a las 17:30 horas del 12 de mayo de 1973 con la denominación de “Diesel Candelaria”, con lo que los servicios del viejo AFFLECK ya no serían necesarios. Mientras tanto, siendo presidente del INI D. Claudio Boada Villalonga, el NUESTRA SEÑORA DE LA  LUZ fue vendido a la empresa Termolanza (Termoeléctrica de Lanzarote,que en 1975 también sería absorbida por UNELCO mediante compra), con el  objetivo de destinarlo a la misma actividad en aquella Isla, ante la creciente demanda de energía eléctrica. Tras efectuarse en los varaderos de Nuvasa (Tenerife) las revisiones necesarias de pintura y reparaciones menores para este traslado, fue puesto nuevamente a flote y trasladado al dique sur para su aprovisionamiento. Finalmente el 5 demayo de ese mismo año fue despedido en el puerto santacrucero. Con su marcha, Santa Cruz de Tenerife y su puerto perdieron uno de sus  referentes de identidad.


El NUESTRA SEÑORA DE LA LUZ sería utilizado como central eléctrica flotante en Lanzarote, permaneciendo amarrado en Puerto Naos (delante del faro). De aquel uso ha quedado como testigo hasta hoy los restos del transformador de electricidad que conducía su energía hasta tierra.
Primeramente abasteció de electricidad a la potabilizadora para,posteriormente, prestar servicios para UNELCO. Hacia finales de 1981 el buque se encontraba en franco deterioro, debido a que en lasinstalaciones portuarias de Lanzarote no había una zona adecuada ni herramientas ni el personal suficiente para el calibre de mantenimiento que necesitaba.


Y un buen día, el viejo y cansado NUESTRA SEÑORA DE LA LUZ como mismo llegó a Canarias, se marchó, pausado, sin ruido, con mucha discreción, y  probablemente así llegó a Cádiz, para ser internado en el Arsenal Naval de La Carraca, donde al parecer permaneció en su último tramo de vida.  Oscuro final para tan luminosa existencia.


Desde las páginas de http://www.escoben.tk/ animamos a cualquier persona que conozca el fin de este buque a que contacte con nosotros a través del correo escoben@gmail.com . Necesitamos terminar esta historia inacabada para poder rendir nuestro sencillo homenaje al viejo “barco de la luz”.
© Ramiro y Coral González.
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LA HISTORIA DE LOS CINES EN SANTA CRUZ

LA EXHIBICIÓN CINEMATOGRAFICA EN SANTA CRUZ DE TENERIFE

¿Qué es INSULARIA?

publicado en :

http://www.terra.es/personal2/insularia/exhibicion.htm


CINE CANARIO
LA EXHIBICIÓN
LA EXHIBICIÓN CINEMATOGRAFICA EN SANTA CRUZ DE TENERIFE
Apuntes para una historia; los "cines"; algunas curiosidades y anécdotas. Efemérides.

Se puede establecer 1898 como año de inicio de las proyecciones cinemátográficas en Tenerife. Años antes, concretamente desde 1841, se presentan en nuestra ciudad diversidad de "inventos" precursores del cinematógrafo que no pasan de ser meras aproximaciones a lo que sería el verdadero aparato capaz de proyectar imágenes en movimiento. Dejemos por tanto a un lado todas las esporádicas proyecciones que se dieron en Santa Cruz de Tenerife como meras atracciones de feria, y partiendo del 15 de Febrero de 1898, en que se presenta un auténtico "cinematógrafo Lumiere" con proyección de películas cortas en los bajos del Círculo Mercantil, pasemos al siguiente siglo en que comienzan a darse proyecciones continuas. Será en 1906 cuando algunos locales de la capital, tales como la Sociedad Filarmónica Santa Cecilia", el Centro Republicano, el Centro Obrero, y principalmente el Teatro Guimerá, acojan con cierta regularidad las proyecciones que los pioneros de la industria exhibidora ofrecen al pueblo tinerfeño. Dejemos constancia que entre estos pioneros, don Miguel Brito y don Carlos Galvez, deben figurar como los primeros y avezados impulsores de la exhibición cinematográfica.
Queremos partir por lo tanto, de la exhibición cinematográfica en locales estables y destinados a proyecciones continuadas, y así hemos de iniciar de 1906 en que don Ramón Baudet inagura el PARQUE RECREATIVO como cine al aire libre, aunque en 1912 pasa a ser cubierto; este local fue concebido como teatro-cine, ya que diversidad de compañías teatrales pasaron por su escenario. Ubicado en la Plaza del Patriotismo, fue derribado en 1973.
En 1912 se inagura el SALON NOVEDADES, en la calle Ferrer, pero fue destruido por un incendio en 1920.
El CINE AVENIDA se abre en un local de la Avenida de Buenos Aires en 1928 y, aunque el edificio se conserva, actualmente se utiliza como depósito.
El mismo año 1928, se inaugura el CINEMA VICTORIA en unas dependencias de la fábrica de tabacos del Sr. Zamorano en la Avenida del General Mola; posteriormente fue construido otro local con igual nombre en otra zona del mismo solar; cerró en 1975.
Fue sin duda 1928 un año prolífico en inauguración de "cines", pues a los ya indicados hay que añadir el CINE TOSCAL, que situado en la calle La Rosa, comenzó con proyecciones al aire libre para ser cubierto en 1930.
Posteriormente, al ser remodelado, pasó a llamarse REAL CINEMA hasta su desaparición en 1991. Asimismo, y como cine al aire libre, en 1928 abrió sus puertas el CINE LA PAZ, ubidado en la plaza que lleva su nombre y que fue cubierto un año después de su apertura; cerró en 1976.
Y también, en 1928 comienzan las proyecciones veraniegas de la Plaza de Toros de la Rambla del General Franco, y que como cine al aire libre fue llamado sucesivamente: CINE TENERIFE, ALHAMBRA, RAMBLA y PLAZA, hasta que dejó de funcionar en 1987. Pasemos a 1929 en que se inaugura el CINE SAN SEBASTIAN que fue cubierto en 1931 y derribado años después.
El ROYAL VICTORIA fue sin duda el primer edificio construido como cine; situado en la calle La Rosa fue inaugurado en 1931 y en 1939 se dieron sesiones al aire libre en una dependencia anexa; cerró en 1975, y años más tarde fue derribado.
Y en 1931 se inaugura asimismo el CINE NUMANCIA, que situado en la calle Numancia fue reconstruido interiormente años más tarde al pasar a la modalidad de "cine de Arte y Ensayo". Cerrado en 1983, el edificio se conserva.
El TEATRO BAUDET, el mayor cine de Canarias con 2.000 localidades, celebra su apertura en 1944, y aunque fue clausurado en 1985 su edificio de la Avenida del General Mola aún se conserva destinado a otros fines.
El mismo año comienza sus proyecciones al aire libre el CINE MODERNO de la calle San Sebastián; posteriormente fue cubierto hasta su clausura, siendo demolido. El CINE BUENOS AIRES, en la calle Ortega y Gasset funcionó desde 1946 hasta 1976. Como cine exclusivamente al aire libre se abrió en la calle San Francisco Javier en 1946 el IDEAL CINEMA que fue asimismo demolido.
En 1950 se inaugura en la calle Salamanca el CINE PRICE que fue reconstruido en 1963 y cerró en 1988; como "MULTICINES PRICE" se edifica un nuevo complejo (seis salas) que funciona desde 1989 hasta la fecha. En la Avenida del General Mola se efectua la apertura del CINE TENERIFE en 1951 y que remodelado en 1981 se transforma en el cine YAIZA BORGES; dejó de funcionar en 1986.
El CINE SAN MARTIN abre sus puertas en 1953 en la calle del mismo nombre; clausurado en 1984.
En 1954 se inaugura el CINE REX en la calle Mendez Nuñez y es clausurado en 1985. Unos meses más tarde del mismo 1954 es inagurado el CINE VICTOR, que en la Plaza de La Paz constituye el último baluarte, ya que sigue funcionando en la actualidad.
Los cines VALLESECO, en el barrio del mismo nombre, y el CINE COSTASUR en la Barriada García Escámez se inauguran en 1955, aunque ambos dejaron de funcionar. Como local al aire libre comienza a dar sesiones el CINE CRESPO en 1949; posteriormente fue cubierto y , al cambiar de propietario cambió su nombre por CINE PRINCESA; estaba ubicado en la calle Princesa Dacil del Barrio de La Salud, cerró en 1976.
Asimismo estuvieron funcionando durante varios años el CINE FRAGA, en la carretera del Rosario, y el CINE SAN ANDRES, en el barrio capitalino.
En 1967 fue inaugurado el CINE GRECO en la calle Luis de la Cruz, en un edificio construido por Radio Club Tenerife, y remodelado y acondicionado para sala cinematográfica. Cerró en 1985, siendo reformado para convertirlo en "multicines" (cuatro salas) abriéndolo nuevamente en 1986 como MULTICINES GRECO, y en funcionamiento actualmente.
Mientras, en 1982, se inagura en la Avenida de Bélgica el MULTICINES OSCAR'S que, con cuatro salas, sigue en funcionamiento. Sin embargo, el MINICINES CHARLOT que se inaugura en 1982 en la calle Santiago Cuadrado, sólo permanece abierto seis años, ya que fue clausurado en 1988. Tenía dos salas.
Dejamos constancia de dos locales de exhibición de la isla que, por su tradición y solera, hemos elegido en representación de los muchos existentes en nuestros pueblos. Se trata de el TEATRO LEAL de La Laguna, inaugurado en 1915, y el TEATRO TOPHAN del Puerto de la Cruz que fue inaugurado en 1926.
Esta es la relación nominal de los CINES de Santa Cruz de Tenerife que alcanzaron su apogeo entre los años 50 y 70 en que los estrenos cinematográficos se contaban por éxitos y donde existía una desaforada competencia entre las empresas de "estreno" para presentar las mejores películas. Cines que tenían la exclusiva de algunas marcas productoras de verdadero prestigio, habían de rendirse ante la competencia de otros locales ya que los distribuidores cedían su mercancía sin ningún reparo al mejor postor. La crisis comercial llegó al cine en los 80 pues debido a los elevados costes por el alquiler para su proyección (se dio el caso de exigir por determinadas películas el 75% bruto de los ingresos) el porcentaje obtenido por el propietario del local no daba para cubrir gastos. Este problema, unido por supuesto a la televisión, vídeos y otros entretenimientos ajenos al cine, causó la lenta agonía primero y la muerte fulminante después, de muchos locales cinematográficos. Este hecho evidente no fue solo local, ocurrió en todo el territorio nacional.
El presente y futuro parece ser que está en la modalidad de las multi-salas. Una sola cabina de proyección, y por lo tanto un solo operador, pocos empleados (han desaparecido los acomodadores) y varias películas en un solo sitio, supone un buen atractivo para el espectador habitual. En estos "cines" está el porvenir. Tengamos esperanza.
ALGUNAS PARTICULARIDADES DE LAS SALAS
Una vez apuntados los datos mínimos "biográficos" de los cines de Santa Cruz de Tenerife, pasemos a reseñar curiosas particularidades de algunos de ellos que sin duda los distinguieron de los demás.
Parque Recreativo: fue edificado como sala de espectáculos, por lo que fue frecuente que, sobre todo en sus primeros años de existencia, se utilizara como teatro para compañías de zarzuela, comedia y variedades. Como contaba con "cine al aire libre" (ubicado en un espacio del extenso solar y que distaba del salón como unos quince o veinte metros), las proyecciones eran efectuadas desde la propia cabina, girando el proyector hacia el exterior.
Se cuentan muchas anécdotas de la época muda, como por ejemplo que en la proyección de "Ben Hur" (Fred Niblo, 1925), y en la secuencia de la carrera de cuádrigas, los empleados del local arrastraban cadenas por detrás de la pantalla para así conseguir unos espectaculares "efectos sonoros". Asimismo, cuando se proyectó "Ramona" (E. Carwe, 1928), Emilio Baudet, que era cantante, interpretaba la popular canción escondido en el escenario.
Cinema Victoria: el primitivo local se ubicó en unos salones de la fábrica de tabacos que don Luis Zamorano poseía en la calle General Mola. Por tanto, y como es de suponer, dichos locales no disponían de ninguna condición favorable para tales proyecciones; pero era época de cine mudo y el público no estaba entonces para exigencias. Tenía una especial particularidad: disponía de dos clases de localidades, la principal que estaba en la planta baja y la popular, y más barata, en el piso alto, pero sorpréndanse, estas salas eran independientes, por lo que las proyecciones se efectuaban en una y otra sala con un intervalo de unos diez minutos, lo que durase el pasar un rollo en el local inferior para subirlo a continuación al superior. Se cuenta que el Sr. Zamorano tuvo bastantes problemas para abrir el cine, pues según decían influía la empresa Baudet que, al tener cerca el Cine La Paz, veía una fuerte competencia. Por fin consiguió el correspondiente permiso, y surgió el ingenio popular que acuñó la siguiente frase: "Zamorano obtuvo la Victoria y Baudet firmó la Paz". Muchos años más tarde se reinaguraría este Cine con un nuevo local que se construyó en otra zona del mismo solar (los locales del primitivo se conservan aún) y que por su forma e incluso su decoración, el público lo denominó "El ataúd".
Cine Toscal: tenía este local la particularidad de que el patio de butacas estaba dividido por un murete de un metro aproximadamente que separaba las localidades más caras (parte delantera) de las populares o más baratas (parte trasera) y que disponía de unos bancos corridos en lugar de butacas. Este modesto cine pasó por todas las modalidades posibles, ya que fue primeramente al aire libre; al ser cubierto local de reestreno (de segunda o tercera reposición); remodelado interiormente pasó a cine de estreno (llamándose entonces "Real Cinema"); de "Arte y Ensayo" (cuando se estableció esta modalidad de exhibición), y por último, hasta su clausura, fue "Sala X" (para películas pornográficas), la única que ha existido en nuestra provincia. Queremos desde estas líneas rendir un respetuoso homenaje a su propietario don José Alberto Benítez, que debido a una cruel enfermedad perdió la vista y sin embargo dirigió personalmente un negocio en que la visión significa el primordial sentido.
Cine Moderno: Funcionó durante varios años como cine al aire libre y recordamos como muchos jóvenes de entonces ir al Puente Galcerán a ver alguna proyección, a vista de pájaro naturalmente. Cuando más tarde fue cubierto, tenía una particularidad que lo distinguía de los demás: en los descansos y en evitación, se supone, de tener que pagar a la Sociedad General de Autores por los discos que se solían poner, conectaban sus altavoces con "Radio Club" con lo que, en dichos descansos, los espectadores podían oír "discos dedicados, anuncios y alguna que otra esquela...".
Cine Crespo: Comenzó como cine al aire libre y era propiedad de don Julio Crespo (El popular caricato tinerfeño). Los asientos eran unos vulgares bancos corridos, por lo que era frecuente que muchos espectadores prefiriesen llevar sus propias sillas. Un dato a tener en cuenta fue que unos años después de estar funcionando al aire libre, se anunció en la prensa que se iba a rendir un homenaje a "Crespo" como despedida ante su inminente marcha a Venezuela.
Efectivamente se celebró dicho homenaje con un espectáculo de variedades con artistas locales -muy en boga en aquellos años- que constituyó el éxito esperado y cuya recaudación fue sustanciosa. Pues bien, con el dinero conseguido, el Sr. Crespo le puso techo al local y se olvidó de Venezuela. Una anécdota de este cine, y que refleja el desparpajo y humor que poseía su propietario, fue que en cierta ocasión en que la proyección se interrumpió por algún problema técnico, el público, como era norma, comenzó el consiguiente escándalo por lo que don Julio se colocó ante la pantalla y dijo más o menos: "señores y señoras, como es imposible acabar la proyección de la película y para que no queden descontentos, yo les voy a explicar el final del argumento". Y así, con su natural gracejo, les fue relatando el trozo de historia que les faltaba visionar.
Cines al Aire Libre: Una historia exhaustiva sobre las proyecciones de cine en nuestra ciudad nos daría una extensa nómina de lugares donde se proyectó cine al aire libre, pero ciñéndonos a locales establecidos debemos hacer mención principalmente a la Plaza de Toros que fue regentada como cine de verano, y a través de tantos años, por los señores don Casimiro Olózaga , don Ramón Baudet, don Juan Elio Díaz (empresario asimismo del cine San Sebastián), por la empresa formada por don José Alberto y don Eduardo Garavito, y por fin hasta su desaparición como cine por don Carlos Ojeda Zamorano.
Tuvo, como ya hemos dejado indicado, diversos nombres en su dilatada existencia. De la época en que fue regentado por don José Alberto, parte el famoso grito: "¡Claudio!" (verdadera expresión tanto de júbilo como de desaprobación que sucesivas generaciones de jóvenes utilizaron en las noches veraniegas en que acudían al cine con el propósito de pasarlo bien sin importarles demasiado la película que proyectasen). Pues bien, sucedió que cierta noche la película se interrumpió por un apagón del proyector, y don José que en aquella ocasión se encontraba presente, llamó a voz en grito a su hermano Claudio, a quien tenía de encargado. Desde esa noche, cada vez que la cinta se "partía", o al menor inconveniente, y hasta incluso cuando pasaba alguna imagen algo atrevida para la época, el grito de ¡Claudio! brotaba de más de una garganta. Otra anécdota que aunque no tenga relación con el cine en sí, pero que ocurrió en dicho local, fue que en los aledaños de la Plaza se guardaban materiales de la telefónica (quizá tenga relación con la época en que era regentado por el Sr. Olózaga, delegado de la Compañía Telefónica) ya fueran postes y sobre todo bobinas de hilo de cobre; debido a este goloso material para los cacos de la época, los robos se venían repitiendo con demasiada asiduidad, por lo que el propietario de dichos materiales optó por contratar un guardián nocturno.
El personaje tomó posesión de su empleo y a la mañana siguiente, don Carlos Ojeda propietario del local, acudió al mismo y, ante la extrañeza de no ser recibido por el guarda, recorrió las dependencias y cual no sería su sorpresa al encontrárselo atado a un poste. Sin duda fue un robo "de película".
Otro cine muy popular en los veranos fue el Ideal Cinema, propiedad del Sr. Pisaca, y que estaba ubicado en un patio-manzana en el que existía una cancha de baloncesto. Al estar rodeado de edificios, los vecinos podían ver las películas cómodamente sentados en las ventanas traseras de sus viviendas.
SINGULARIDADES DE LA EXHIBICIÓN
Descansos: se efectuaban siempre a mitad de la proyección, sin ninguna consideración al desarrollo de la trama. Tan normal parecía esta modalidad que no era raro escuchar lo de "pues a mi me gustó más la segunda parte", o bien, "después del descanso es cuando se pone bien la película". El motivo fue debido a que los cines locales no disponían en principio sino de un sólo aparato de proyección, por lo que los "operadores" preparaban los rollos de película en dos grandes bobinas y tenían que interrumpir la proyección a la mitad para efectuar el cambio.
Esto se fue generalizando, y cuando ya los locales disponían de dos proyectores, la costumbre se mantuvo, ya que los concesionarios de las cantinas (que pagaban un sustancioso arrendamiento) "obligaban" a que el descanso fuera a la mitad de la sesión para que sus ventas fueran rentables. También se cuenta de un empresario que decía que a él no le importaba lo de la cantina (a lo mejor ni siquiera tenía) pero que hacía el descanso a la mitad porque si no las mamás ponían a orinar a sus niños en el pasillo. Esta desgraciada costumbre se sigue manteniendo en Tenerife en algunas salas (a excepción de los Multicines Price y Aguere), sin razón alguna que la justifique.
Entresuelos: Otra curiosidad puede ser que en esta capital los pisos superiores (popularizados como "Entresuelo") fueran más caros que el patio; se consideraba como la localidad exquisita del local. En la península los pisos altos siempre han sido más baratos. Aquí siempre se tuvo en cuenta que desde lo alto, y al tener el consiguiente declive, se veía mejor la proyección, sin que molestasen las personas que podían situarse delante en las butacas del patio, o piso bajo.
Estrenos simultáneos: Esta modalidad la puso en práctica la Empresa Zamorano con el Royal Victoria y Cinema Victoria. Como en aquella época sólo disponían de una copia, las proyecciones comenzaban en el Royal a cierta hora, y en el Cinema media hora más tarde. Cómo solucionaban el problema, pues muy sencillo: proyectaban uno o dos rollos en el primero y rápidamente un empleado en una moto los trasladaba al segundo, y así sucesivamente. Claro que en aquellos años no existían problemas de tráfico.
"Matinés": Se trataba de una sesión dedicada al público infantil. Desconocemos si en otras provincias se llevaba a efecto, pero en la generalidad de los "cines" del país esta modalidad no se conocía. El motivo, además del comercial, quizá se debió al riguroso control que a partir de los años cuarenta se ejercía sobre los locales en lo referente a la entrada de menores a las películas "no aptas".
Las sesiones comenzaban, los domingos y festivos, a las cuatro y treinta, y conocidas como "el cine de las cuatro", proyectaban películas autorizadas, auténticos "refritos" que pasaban de un local a otro hasta ser retiradas por inservibles. Pero el público infantil siempre ha sido muy agradecido, e incluso repetían con asiduidad al asistencia a algún título para poder ir adelantando con sus comentarios en voz alta el desarrollo de la trama.
"Los programas": en la península se les llamó "folletos". Eran, como todos recordarán, unas hojillas del tamaño de una postal generalmente, en la que se mostraba una imagen de la película anunciada, indicando los principales datos del film: título, intérpretes, director, productora, distribuidora y por supuesto, alguna frase publicitaria.
Las imágenes representadas solían ser de los protagonistas en una escena del film, o una escena en sí reproducción de un fotograma; normalmente estas imágenes eran dibujadas a todo color tal como aparecían en los "afiches", carteles que se pegaban en determinados lugares. (Hoy en día estos carteles los siguen editando, pero no salen de los locales de exhibición, salvo raras excepciones). En esta materia ha habido en España grandes artistas que han hecho del cartel publicitario verdaderas obras de arte.
Pues bien, los programas de mano españoles han sido únicos en el mundo, ya que en otros países solían editarles en imprentas a una sola tinta y sin la creatividad artística de los especialistas españoles. Los nuestros, además del reclamo que significaba su gran vistosidad, constituían de hecho un válido fichero para el aficionado que disponía con ellos de los datos esenciales de cada película.
Los había de todos los tamaños, y aunque como hemos dicho anteriormente, los más frecuentes eran de tamaño postal, aunque también se editaban dobles, o sea de dos hojas, e incluso troquelados de diversas formas. La poderosa Metro Goldwyn Mayer, en sus años de esplendor, lanzaba de cada una de sus películas programas dobles y sencillos.
Hasta avanzados los años sesenta los programas eran propaganda habitual en los cines. Primeramente fueron repartidos por las calles, y más tarde se daban en las taquillas al adquirir la entrada anunciando la película a estrenar la semana siguiente. Las distribuidoras vendían al empresario estos folletos, y como la crisis económica de esta industria empezó a hacer mella, se fueron eliminando gastos, siendo los "programas" los primeros afectados.
En los años 40 y 50 la afición a coleccionar programas tuvo su mayor auge, y aunque ignoramos cómo y en qué condiciones pueden encontrarse muchas colecciones que sin duda han existido, sí podemos hablar de la colección "SELVE" que tuvimos el enorme placer de formar junto a José Miguel Martín Abdé (otro loco por el cine por aquellos años). Esta colección, con un total de unos seis mil ejemplares diferentes, comprende desde los años veinte a los sesenta, y se encuentra perfectamente clasificada por año de estreno en Madrid. Gracias al interés mostrado, la Filmoteca Canaria se ha hecho cargo de esta colección y no ha desaparecido como tantas otras que sin duda se han perdido, quizá por el desinterés que las generaciones herederas ha mostrado hacia estos inigualables documentos cinéfilos.
ANECDOTARIO
Infinidad de anécdotas jalonan la historia de nuestras salas cinematográficas en donde el público, sobre todo en los cines de segunda y tercera categoría, ha sido muy proclive a expresarse en voz alta sin ninguna cortapisa y, por supuesto, sin respetar el acogedor silencio que una sala de proyección requiere. No obstante, este fenómeno no es sólo local, sino generalizado entre los espectadores de casi todas las latitudes conocidas. Siempre ha existido el "gracioso" de turno, pero muchas veces es debido, sin duda, al grado de nerviosismo que las imágenes o situaciones de un film pueden causar entre una clase de espectador.
Relatemos algunas, fiel reflejo de nuestra idiosincrasia, del ingenio popular, o simplemente del oportunismo en que sucedieron. Son Auténticas.
* Dos amigos deciden una noche ir al cine, y mientras el primero propone ir al Parque Recreativo a ver "Mares de China" que es por Cal Cable, el segundo le responde que es mejor ir a La Paz a ver "Campeón" que es por Pancho Villa (identificaban a Wallace Berry por el famoso revolucionario mejicano desde que interpretó "Viva Villa").
* Otra ocurrió en la puerta del cine La Paz mientras el público esperaba para entrar en la función de las diez y media; cuando los espectadores comienzan a salir, uno de los que esperaban ve a un conocido que salía y le pregunta: "¿Que tal la película?", a lo que el otro responde: "No entres, el chico muere".
* Famosos fueron ciertos locales (Cine La Paz, Parque Recreativo, Cine Avenida) por sus "gallineros". Eran unas escalonadas de madera colocadas al fondo del local y consideradas, como así era en realidad, las localidades más populares y baratas. El público por tanto era de lo menos considerado pues, además de subir por los escalones dando considerables patadas, solía hacer los más variados comentarios siempre a voz en grito. Ocurrió en el Parque Recreativo; se proyectaba "Romeo y Julieta" y en una romántica escena en que el público seguía en silencio su desarrollo, un gamberro del gallinero dejó escapar una estruendosa "ventosidad" que retumbó como un cañonazo en el entarimado; entonces, otro espectador queriendo paliar la ordinariez y dejando constancia de que todo el público de aquella localidad no era de la misma calaña, gritó: "¡No se caguen, coño!".
* El Teatro Baudet estrenó "Lo que el viento se llevó" con un éxito rotundo, y las colas que se formaban para adquirir entradas llegaban a la plaza de La Paz. Pues bien, si el Baudet fue famoso en su época por muchos motivos, uno de ellos era por la incomodidad de sus butacas de madera. Así que el público popularizó la siguiente frase: "Lo que el viento se llevó y lo que el culo se cansó" (el film duraba cerca de cuatro horas). Más tarde, y debido como hemos dicho al fenomenal éxito de público, dicha frase se apostilló con "... y lo que Baudet se hinchó".
* Los empleados de los cines han tenido como costumbre, los días que libraban, acudir a otro local de la ciudad, y por ésto eran frecuentes las tertulias que mantenían con los "colegas" de la competencia. En cierta ocasión se le preguntó a uno de ellos qué le había parecido tal película que había visto en su día de descanso, y su contestación fue esta: "No vale nada; no hay ni una lágrima". Sacamos la conclusión que para un sector de espectadores la categoría de la película venía dada por el contenido lacrimoso que tuviera.
* "Los rambleros" fueron muy populares en Santa Cruz, sobre todo en los años en que las únicas distracciones en la ciudad eran reunirse en los bares o ir al cine, y así llamaban a los contertulios del kiosko de La Rambla, o bien a los asiduos al trozo de paseo comprendido entre la plaza de toros y la plaza de La Paz. Una noche, mientras se desarrollaba una animada charla entre un grupo de éstos, uno de ellos se levantó diciendo: "me voy a ir ar cine La Paz que esta noche conducen la caravana pal Misuri", a lo que otro contestó: "Pues vete andando que yo te arcanso a caballo".
* Se proyectaba en el "Ideal Cinema" una película del "Comisario Maigret", donde el actor Jean Gabin interpretaba magistralmente al famoso detective, y como ya hemos apuntado, en este cine al ser al aire libre, los vecinos podían ver la proyección desde las ventanas traseras de sus viviendas. Pues bien, una de esas noches, y cuando la película se acercaba al final y el comisario se disponía a desenmarañar la complicada trama, una vecina se dispuso en una ventana a preparar una tortilla, con el consiguiente y característico ruido que produce el tenedor al batir sobre el plato; el ruido, además de molesto, resultaba ensordecedor, hasta que un decidido espectador gritó: "¡Señora, por qué no se fríe un huevo y así nos podremos enterar quien es el asesino!".


EFEMERIDES
- El Cine Numancia se inauguró en 1931 con "La canción de la estepa" (1930), de Lionel Barrymore, con Lawrence Tibett y Catherine Dale Owen.
- El Royal Victoria se inauguró en 1931 con "La última aventura de Mrs. Cheney" (1929) de Lidney Frnaklin, con Norma Shearer y Basil Ratbone.
-- El Teatro Baudet se inauguró en 1944 con "La ciudad soñada" (1942) de Veit Harlan, con Kristina Soderbaum y Rudolf Prack.
-- El Cine Price se inauguró en 1950 con "Las aguas bajan turbias" (1947) de José L. Sáenz de Herédia, con Adriano Romoldi y Charito Granados. Reformado y nuevamente inaugurado en 1964 con "Fedra" (1962) de Jules Dassin, con Anthony Perkins y Melina Mercouri.
-- El Cine Rex se inauguró en 1954 con "Sansón y Dalila" (1949) de Cecil B. de Mille, con Victor Mature y Hedy Lamarr.
-- El Cine Victor se inauguró en 1954 con "Los cuentos de Hoffman" (1952) de Richard Powell y Emeric Pressgurger, con Moira Shearer y Robert Helpmann.
-- El Cine Greco se inauguró en 1967 con "La batalla de las Ardenas" (1965) de Ken Annakin, con Robert Shaw y Henry Fonda.
-- El Cine Yaiza Borges (antiguo Cine Tenerife) se inauguró en 1981 con la reposición de "Solo ante el peligro" (1952) de Fred Zinnemann, con Gary Cooper y Grace Kelly.
-- El Multicines Oscar's (cuatro salas) se inauguró en 1982 con "El soltero de oro" (1981) de Steve Gordon, con Dudley Moore y Liza Minelli; "Fuego en el cuerpo" (1981) de Lawrence Kasdan, con William Hurt y Kathleen Turner; "Roar" (1981) de Noel Marshall, con Tippi Hedren y Jhon Marshall; y "La conquista de Albania" (1982) de Alfonso Hungría, con Xabier Elorriaga y Alicia Sánchez.
-- El Minicines Charlot (dos salas) se inauguró en 1982 con "El retorno del soldado" (1981) de Alan Bridges, con Alan Bates y Ann Margret; y "Hangar 18" (1981) de James L. Conway, con Darren McGavin y Robert Vaughn.
-- El Multicines Greco (reconversión del anterior Cine Greco en cuatro salas) se inauguró en 1986 con "Unico testigo" (1985) de Peter Weir, con Harrison Ford y Kelly McGillis; "Cocoon" (1985) de Ron Howard, con Don Ameche y Jessica Tandy; "Padre nuestro" (1985) de Francisco Regueiro, con Francisco Rabal y Victoria Abril; y "Superdetective en Hollywood" (1985) de Martin Brest, con Eddy Murphy y Lisa Eilbacher.
-- El Multicines Price (nueva construcción en el antiguo Cine Price; seis salas) se inauguró en 1989 con "Air América" (1988) de Roger Spottiswoode, con Mel Gibson y Robert Downey Jr.; "Negocios de familia" (1988) de Sidney Lumet, con Sean Connery y Dustin Hoffman; "Vida y amores de una diablesa" (1988) de Susan Seidelman, con Meryl Streep y Roseanne Barr; "37 horas desesperadas" (1988) de Michael Cimino, con Mickey Roucke y Anthony Hopkins; "Carta a Alou" (1988), de Montxo Armendáriz, con Mulie Jarju y Eulalia Ramón; y "Monsieur Hire" (1988) de Patrice Laconte, con Michel Blanc y Sandrine Bonnaire.
-- La primera película sonora la proyectó el Parque Recreativo en 1931; se trató de "El angel azul" (1930) de Josef V. Stemberg, con Marlene Dietrich y Emil Jannings.
-- El primer largometraje tinerfeño fue "El ladrón de guantes blancos" (1926) de José González Rivero, con Angelina Navarro y Romualdo García de Paredes. Se estrenó en el Teatro Leal de La Laguna el 6 de Septiembre de 1926.
-- El primer largometraje extranjero rodado en Tenerife fue "La Habanera" (1937) de Detlef Sierk (o Douglas Sirk), con Zarah Leander y Ferdinand Mariam.
-- El primer largometraje comercial español rodado en Tenerife fue "Alma canaria" (1945) de José Fernández Hernández, con Luis Hurtado y Mati Santibañez. La estrenó el Teatro Baudet en 1948.
-- La primera película española en color la proyectó el Cinema Victoria y se trató de "En un rincón de España" (1948) de Jerónimo Mihura, con Blanca de Silos y Conrado San Martín. (El sistema se llamaba "Cinefotocolor", y fue bautizado popularmente como "Tomatecolor" por su deficiente calidad).
-- El primer largometraje con productora tinerfeña, y rodado integramente en la isla, incluso interiores, fue "El reflejo del alma" (1957) de Máximo G. Albiani, con Armando Moreno y María Piazzai. La estrenó el Cine Victor el 18 de Enero de 1957.
-- El primer largometraje de dibujos animados presentado en Tenerife fue "Blancanieves y los siete enanitos" (1937) de Walt Disney y la presentó el Teatro Baudet en 1944.
-- El primer largometraje español de dibujos animados presentado en Tenerife fue "Garbancito de La Mancha" (1946) de José M. Blay, la proyectó el Cinema Victoria en 1947.
-- La primera película en relieve (3-D) proyectada en Tenerife fue "Bwana, diablo de la selva" (1952) de Arch Oboler, con Robert Stack y Barbara Britton. La estrenó el Royal Victoria en 1953.
-- La primera película en Cinemascope fue estrenada en Tenerife por el Cine Victor en 1955; se trató de "La túnica sagrada" (1953) de Henry Koster, con Richard Burton y Jean Simmons.
-- La primera película en Vistavisión y pantalla panorámica proyectada en Tenerife fue "Navidades blancas" (1954) de Michael Curtiz, con Bing Crosby y Danny Kaye. La estrenó el Cine Rex en 1956.
-- La primera "Sala Especial", dedicada al "Cine de Arte y Ensayo", fue el Cine Numancia, que inauguró con "The Servant" (1964) de Joseph Losey, con Dirk Bogarde, Sarah Miles y James Fox.
-- La primera película con olor (Odorama) y única, "Polyester" (1981) de John Water, con Divine y Tab Hunter, la estrenó el Cine Yaiza Borges en 1983.
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posted by Palanca @ 11:29 AM 0 comments